3 de agosto de 2011

Grandes miedos

Es curioso el miedo que nos entra cuando nos vamos a separar de alguien querido durante un tiempo. Te empiezas a preguntar si te echará de menos, si se acordará de ti a cada instante, si esperará con el móvil en la mano por si le llamas. Piensas que saldrá por ahí con los amigos y te lo imaginas riendo y pasándolo bien mientras tu miras a la nada.
Luego recreas el reencuentro: ¿me verá más gorda, más fea? ¿Le habré dejado de gustar en este tiempo? ¿Estará deseando besarme y abrazarme? ¿Qué pensará mientras me acerco a él? ¿Habrá cambiado algo en estos días...?

Miles de preguntas, que si lo piensas bien, no tienen consistencia. Te has ido una semana, a lo mucho diez días. En diez días no se puede olvidar un sentimiento... o eso quiero creer. En diez días no se olvidan cinco años, ni todos los besos, los te quiero, las risas... No se olvidan, no.
Además de todas esas preguntas te sientes culpable: eres tú quien se fue y claro, ¿porqué no decidiste quedarte? Pero te consuelas pensado que también es bueno echar de menos a esa persona. Alejarte un poco y luego pegarle un gran achuchón.

Siempre me acordaré de nuestras despedidas de verano, de tus quiero suaves y dulces, de tus besos tiernos y calientes, de tus lágrimas de felicidad y tristeza. De cómo lloramos el año pasado cuando entraba por el detector de metales de Atocha. De los mensajes y de tu llamada llena de ese sentimiento tan raro que se produce cuando pasas días y días al lado de tu amor, 24 horas al día. Día y noche. Y de repente entras en un sentimiento de soledad, de creer escuchar su sonrisa, girar la cabeza y ver que no está.
Y cuando digo que siempre los recordaré es porque siempre te recordaré. Porque siempre te pienso.

Pero lo más curioso de todo esto es que piensas: ¿Le sucederá a él lo mismo? ¿Se pasará las noches cavilando si pienso en él? ¿Qué le pasa por la cabeza cuando está solo, en su más absoluta y estruendosa soledad? Y: ¿porqué no lo iba a hacer, si él te quiere también?

Grandes miedos que tiene sentido para los que sienten el amor.

1 comentario:

  1. El miedo se contagia. Los militares lo saben. Cuando en una guerra un soldado comienza a sentir pánico, se le licencia rápidamente. Por eso nos pegamos los miedos.

    Deberías saber, a estas alturas, que tienes una habitación alquilada permanentemente en mi cabeza. El contrato es indefinido con opción a eterno.

    A mí me pasa igual. Te imagino en una fiesta nocturna en la playa. Bailas casi desnuda y tu cuerpo suda mientras te mueves lascivamente rodeada de chicos imponentes, que, peligrosamente, se te acercan con aviesas intenciones.

    Aunque ya sé que la realidad es más vulgar.

    Mi amor no cierra por vacaciones, bebé.

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