19 de junio de 2012

Y sí, ahí estaba él.

Y de pronto sucede que te das cuenta de lo mucho que te quiere. De repente te sientes sola, temerosa, no sabes cómo actuar y miras a tu alrededor buscando una salida y ahí está ÉL: pendiente de ti, girando su cabeza con ese casco rojo observándote y preocupándose de ti. Y es entonces cuando piensas: ¿en serio lleva todo el rato mirando para ver cómo estoy? y sí, lo estaba haciendo. 
Temía por ti, se preocupaba por ti. Te cuidaba desde lejos y te hacía sentir segura. Y es extraño, pero aunque no pude ver bien sus ojos me transmitió tranquilidad. Era como una mirada que irradiaba ondas luminosas de calma por aquella pista oscura. Ese giro de cabeza de apenas 15 segundos fue para mi como un: "tranquila, sé que estás ahí, voy a ayudarte. No tengas miedo".
Y cuando conseguimos salir de allí me encontré con toda una tarde llena de abrazos y caricias. De besos de esos que sientes en el estómago. Llena de verdaderos "te quiero", de "tenía miedo por tí, no estaba disfrutando". De: "ha servido para darme cuenta de lo mucho que te quiero".
No sé cómo lo haces, pero tienes la capacidad de hacer que cualquier momento, hasta del más temible y agobiante, sea el mejor instante.


De aquí a la eternidad.